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María Goti abrió recientemente una tienda física, un estudio de diseño y taller en la calle Celestino Junquera de Gijón. Aprovechando esta inauguración hemos querido entrevistarla y hablar así sobre varios temas que esperamos os sirvan para conocerla más y animaros a visitar su nueva tienda.
QueFemos: Aunque pueda parecer repetitivo, quizá no todos cuantos se aventuren con esta entrevista sepan el motivo por el que deberían conocer a una artista como María Goti. Puede que no, y por eso nunca está de más que nos alejemos de la orilla comenzando por relatar quién eres, el porqué de este viaje y las razones que te llevaron a buscar otros horizontes a bordo de la magia de la joyería y la artesanía.
María Goti: Cuando estaba terminando mis estudios de bachiller, de pronto, todo para lo que me había estado preparando ya no me apetecía. Siempre había tenido muy claro a lo que quería dedicarme pero llegado el momento me encontré con que no sabía que hacer una vez terminada la Selectividad. Tras reflexionar mucho y darle muchas vueltas a lo que me gustaba y a lo que no, encontramos la escuela de joyería de Oviedo y me apunté sin pensármelo dos veces. Por aquél entonces nunca me había planteado esta opción porque ni siquiera sabía que existiesen escuelas de joyería, y mucho menos en Asturias.
Tras tres años de formación que finalizaron en el 2006, decidí crear mi marca y montar mi propio taller después de enfrentarme a varias entrevistas laborales para trabajos muy poco gratificantes. Ya han pasado casi 9 años y la verdad es que no me arrepiento lo más mínimo de la decisión que tomé.
QF: Allá por 2011 debatíamos sobre la posibilidad de que el comercio electrónico desbancase y venciese definitivamente al comercio de proximidad, al comercio cara a cara, y que esa relación entre cliente y vendedor desapareciese en la forma en que ha venido siendo desde hace siglos. Pues bien, ahora tú haces el camino inverso, de los megas y arrobas de Internet aterrizas en un local a pie de calle… ¿Cuál fue el detonante para que decidieses dar este paso?
M.G.: Hace ya más de un año que este proyecto empezó a cocinarse en mi cabeza y al principio los miedos y las dudas eran enormes porque iba a suponer un gran cambio. Principalmente los detonantes fueron dos. Por un lado las ganas de tener un horario y sacar el taller de mi domicilio para separar mi vida personal de la laboral y por otro el poder estar en contacto directo con el público de Gijón y, por extensión, de Asturias. Gracias a internet he llegado a vender en numerosos países del mundo pero a nivel local parecía que sólo estaba accesible a través de ferias y esto era algo que quería cambiar. Siempre había tenido claro que no serían mi sistema de vida porque es un ritmo de trabajo con el que no estoy a gusto ya que no me permite crear como yo quiero. Teniendo en cuenta todo esto decidí que era el momento de tomar una decisión y dar un paso adelante; y tras varios meses de trabajo duro por fin he aterrizado. Por otro lado el pasado año comencé a desarrollar mi propia colección de alianzas, colección que a día de hoy sigue creciendo. Poder recibir a cada pareja tranquilamente y escuchar sus ideas, explicarles y enseñarles el proceso de elaboración, que puedan ver y tocar los materiales… Facilita mucho las cosas.
QF: Hoy que se habla tanto del “emprendimiento” y la aventura de los “emprendedores”, ¿cuánto de locura, de aventura sin red, hay en el momento de montar tu propio negocio?
M.G.: Siempre es complicado arrancar y también lo es el hecho de decidir dar el paso. En el contexto actual además me parece mucho más difícil si cabe que cuando yo empecé. Está claro que ser tu propio jefe tiene sus ventajas, pero no hay que olvidar que también tiene muchos inconvenientes. No es desconocido que ser autónomo en este país es una aventura complicada. Parece que fuese la solución definitiva pero no, no lo es. Mucha gente se arriesga sin tener una idea clara, sin mucha posibilidad económica para afrontar todos los gastos iniciales; que pueden ser muy elevados… Y a la hora de montar un negocio a pie de calle te encuentras con que los alquileres de locales están carísimos, e incluso en algunas zonas llegan a ser prohibitivos. Ahora está muy de moda el tema de emprender. Hay gurús del emprendimiento que te dicen que si puedes soñarlo puedes hacerlo y parece que con hacerte un blog bonito y tener las redes sociales al día ya tienes el negocio hecho. Pero la realidad es otra, la realidad es que es una decisión que hay que meditar porque no es nada fácil.
Hay que trabajar mucho, y muy duro.
QF: Y hablando de redes, ¿cuánto de imprescindible, de nudo y lazo, hay en el uso de las redes sociales para un negocio en este siglo en el que todo el planeta se navega a golpe de ratón? ¿Concibes tu relación con el cliente online y offline sin el uso de estas herramientas?
M.G.: Partiendo de la base de que me resulta impensable no estar presente en internet en pleno siglo XXI, las redes sociales bien utilizadas me parecen una herramienta imprescindible para un negocio de cualquier tipo. Ya no solo por lo que facilitan la comunicación con el cliente sino porque en mi caso al menos, entiendo que son perfectas para enseñar todo lo que conlleva mi trabajo. En un mundo como es el de la artesanía, que está tan sumamente sobreexplotado, en el que parece que cualquier cosa que esté hecha con las manos es arte o artesanía, tenemos una herramienta gratuita y muy potente a través de la cual podemos enseñar lo que es de verdad el trabajo hecho a mano. Creo que es muy importante mostrar y explicar todo lo que hay detrás de lo que hacemos y por eso suelo compartir fotos de los procesos de elaboración de mis piezas. Tenemos una labor muy importante que hacer y es la de educar y enseñar a la gente para que sepan apreciar y diferenciar, que entiendan el por qué el precio de nuestro trabajo, y que luego puedan valorar y decidir con total conocimiento.
QF: Cuando la gente valora tus creaciones, cuando sientes que lo que transmiten tus manos a las piezas toca el alma de una persona concreta, que engarza sus sentimientos en las formas que generas, ¿qué sientes: reconocimiento, orgullo, felicidad, deber cumplido…?
M.G.: Es muy satisfactorio cuando alguien valora lo que haces. Sobre todo cuando tratas de huir de las modas e intentas hacer algo distinto y personal, cuando te arriesgas con algún diseño... Está claro que no se puede gustar a todo el mundo así que cuando a alguien le gusta es como un premio.
Desde dentro de la tienda se oye todo lo que se habla fuera, y aunque no entren a comprar, es muy agradable cuando se paran delante del escaparate y escucho comentarios positivos. Afortunadamente suelen ser la mayoría.
QF: Ahora que te contemplan numerosas mareas de creatividad, resumidas en colecciones que tienen tu huella inconfundible, ¿puedes decirnos a qué colección te sientes más unida? Y siguiendo con el hilo de la entrevista, si un día te envían a una isla desierta y tienes que llevarte tan sólo tres de todas las piezas que has diseñado hasta ahora, ¿qué tres creaciones rescatarías del naufragio?
M.G.: Creo que la colección “El Viejo Balancín” es la que siento más mía. Es una colección que surgió a partir de un anillo que elaboré de forma totalmente improvisada y es mi favorita por cómo se llevó a cabo.
Si sólo pudiese salvar tres piezas la primera sería sin duda el anillo que dio origen a la colección que acabo de mencionar. Llevaba unos meses enlazando ferias y preparando las mismas piezas una y otra vez. Llegué a tal punto de saturación que un día me senté en la mesa y empecé a trabajar en lo que me saliese. El resultado fue un anillo espectacular que ocupaba tres dedos y por todo lo que conlleva es mi pieza favorita.
La segunda sería una pequeña escultura/anillo que realicé para un concurso de artesanía de Gijón. Estaba inspirada en El Pedreru, una zona rocosa de la playa de San Lorenzo, y fue muy divertido trabajar en ella.
Y por último me gustaría llevarme un par de alianzas que diseñé para mis padres aprovechando el material de sus alianzas originales dándoles un aire mucho más contemporáneo y un poco fuera de lo común en lo que a alianzas se refiere.
QF: Por último, si tuvieses que elegir cuatro rumbos concretos en la rosa de los vientos de tu inspiración diaria, ¿con qué nos dirías que perfilas, moldeas, alimentas tus obras? Cuatro elementos, situaciones, paisajes, palabras, cuatro motivos para tu arte.
M.G.: Trabajo, trabajo, trabajo y trabajo. Yo no suelo inspirarme en nada concreto aunque está claro que todo lo que nos rodea nos influye. Me cuesta muchísimo sentarme delante de un papel en blanco y cada vez lo hago menos porque con el tiempo aprendí que no es mi forma de hacer las cosas. Prefiero dejarme llevar. Necesito sentarme en mi mesa de trabajo, rodearme de materiales, de piedras… Y empezar a trabajar. Y una vez que empiezo, durante el proceso o una vez que termino la pieza, van surgiendo más y más ideas. Hago un boceto rápido para que no se me olvide, boceto que la mayoría de las veces sólo entiendo yo, y sigo. Dejo que los materiales me guíen, sobre todo cuando trabajo con piedras.
Fotografías: Joaquín González